La Grecia antigua fue la cuna del teatro moderno. El arte dramático nació durante el siglo VI a.C. a partir de la representación de historias y canciones. Se cree que el teatro arranca de una tradición coral, en la que unos coros cantaban himnos en honor de los dioses, himnos que incluían algún tipo de narración o historia. Por alguna razón desconocida, un cantante llamado Tespis salió del coro y empezó a interpretar los himnos de una forma mucho más dramática y activa.
El coro siguió siendo una parte esencial en las primeras obras griegas. Era un grupo de observadores que interpretaba u comentaba la acción, como si los espectadores no la entendiesen. Las obras estaban escritas en verso y alternaban la representación de escenas con interposiciones del coro. Poco a poco, a medida que se desarrollaba el arte y se exploraban las posibilidades del teatro, el coro perdió importancia.
Las piezas de la mayoría de los dramaturgos de aquellos primeros tiempos todavía se representan en todo el mundo, y, en verano, en los lugares que las vieron nacer, como el antiguo teatro de Epidauro, y el de Herodes Ático, en la ciudad de Atenas.
Tres escritores dominaban el arte de la tragedia: Esquilo, Sófocles y Eurípides. Esquilo introdujo un elemento que hoy parece simple pero que en su época era revolucionario: un segundo personaje en escena. Hasta entonces, las obras eran monólogos. Esquilo se inspiró en su experiencia como soldado ateniense (por ejemplo, luchó en la batalla de Maratón en 490 a.C.) para escribir obras como “Los persas y Los siete contra Tebas”. La más conocida de las que nos han llegado es la “Orestíada”, sobre la familia maldita de Agamenón.
Uno de los grandes rivales de Esquilo fue Sófocles, otro autor de tragedias. Introdujo el tercer personaje en las obras y empezó a restar importancia al papel comentador del coro. La más importante de sus obras es sin duda “Edipo rey”.
La tercera figura sobresaliente de aquellos días fue Eurípides, que ideó tramas más complicadas y permitió a sus personajes representar diálogos más naturales.
En aquella época también se escribieron muchas obras satíricas u humorísticas. Otro ateniense, Aristófanes, fue el dramaturgo más destacado de ese género. Su más famosa obra, cuyo tema ha trascendido a su tiempo es Lisístrata. En ella, las mujeres se niegan a hacer el amor con sus maridos hasta que los hombres dejen de hacer la guerra.
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